Edades del Hombre

Nos gusta ver, somos gente inquieta y con curiosidad por conocer, y sobre todo, con ganas de dejarnos sorprender por todo lo que de atractivo (que es mucho), va poniendo la vida a lo largo de nuestro camino.
Como contrapunto a la época veraniega que ahora termina, llena de frivolidad y de ligereza, tan alegre y despreocupada, hace unos días estuvimos viendo la enésima entrega de las exposiciones «Las Edades del Hombre», que organizan los abispados de Castilla y León para dar a conocer la vastísima riqueza artística que atesoran sus innumerables iglesias, monasterios y conventos de toda condición.
No es la primera de estas exposiciones a las que acudimos, pues ya pasan de diez las que se han organizado en diferentes puntos de la geografía, desde Salamanca o Valladolid a… Nueva York!.
Como decía, después de las frivolidades y alegrías veraniegas, visitar «Las Edades del Hombre» en su actual edición de Aranda de Duero, es cambiar de rumbo 180 grados, al encontrarnos con la gravedad del arte románico, o la grandilocuencia de las obras góticas y barrocas.
Pintura, escultura, orfebrería, artes domésticas, con una cuidadísima puesta en escena y una escogida selección de obras de arte, nos transportan a tiempos pasados, y nos tren al presente aromas de valores, formas de vida y maneras de entender la vida que, a veces, todavía nos encontramos latiendo en nuestro propio interior.
Porque, a pesar del paso de los siglos y las generaciones, en esencia seguimos hechos del mismo barro.
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