Procesiones que van por dentro

Recién terminada la Semana Santa, y aunque a los estudiantes les queda todavía vacaciones, la vuelta al trabajo marca de nuevo el ritmo de nuestras vidas.

Precisamente por eso, estos días pasados se disfrutan especialmente, porque al ser escasos, una parece intentar que al menos sean intensos en descanso y en ocio.

El Jueves Santo acudimos a ver una de las muchas procesiones que recorren nuestro Bilbao, y la verdad es que son muy concurridas, tanto en participantes como en público espectador.

Soy de las que piensa que no viene mal hacer de vez en cuando un receso en la vorágine del día a día, y para eso es ideal la Semana Santa. Su brevedad no permite grandes planes, y el ambiente que se respira en nuestras ciudades y pueblos, e incluso en los medios de comunicación, tiene un punto espiritual que invita a echar la vista atrás y a pararse a pensar en la agitada vida que llevamos.

Al fin y al cabo, creencias religiosas aparte, los seres humanos tenemos esa faceta inmaterial que nos diferencia del resto de los seres de la naturaleza, haciéndonos únicos.

Y aunque sólo sea para dedicarle unos minutos a repasar nuestra vida, bienvenido sea el tiempo de procesiones… porque nos ayuda a llevar mejor la que todos llevamos por dentro.

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