Hace unos días veíamos esta fotografía en una página de un conocido diario español, en la que aparecen las manos de varias mujeres de cierta edad y muy conocidas por el público. El artículo acertadamente resaltaba la contradicción entre los cuidados estéticos que algunas de sus poseedoras daban a otras partes de su cuerpo y cara, frente al aparente abandono y necesidad de rejuvenecimiento de sus manos.

Lo cierto es que el cuidado de las manos resulta a menudo más complejo que el del rostro, puesto que están tanto o más expuestas que éste al frío y al sol (atrás quedó la moda de llevarlas siempre cubiertas por finos guantes), y además, quien más y quien menos las somete a malos tratos cocinando, lavándolas con productos agresivos y descuidando su hidratación posterior.
Los problemas más frecuentes en esta zona del cuerpo son similares a los del rostro: manchas, arrugas, pérdida de relleno de tejido conjuntivo y flacidez, principalmente. Por suerte, existen tratamientos médico-estéticos que son efectivos también en las manos, ayudando a mantener mayor coherencia con la imagen en general, evitando que sean delatoras de la verdadera edad de sus dueñas.