MADRID PARA CHUPARSE LOS DEDOS

Chocolateria San GinesEn esta ocasión no os voy a contar una experiencia gastronómica en un restaurante de postín, ni las delicias que hayamos podido degustar de la mano del último cocinero de moda que consigue una estrella en la Guía Michelín.
Esta vez voy a dedicar estas líneas a la deliciosa experiencia de tomarse un chocolate con churros en pleno corazón del Madrid de los Austrias.
El pasaje de San Ginés es una callejuela que da nombre a la chocolatería más famosa y castiza de Madrid.
Se trata de una rúa estrecha y acodada, peatonal por supuesto, que comunica la calle del Arenal con la Mayor, y por la que parecen escucharse aún los ecos de las ocurrencias de los Quevedo, Tirso, Lope o Garcilaso.
Allí, donde una librería de viejo da la cara a la trasera del antiguo teatro Eslava, hoy sala de fiestas Joy, justo donde las esquinas quiebran el itinerario del caminante, allí encontramos un local recoleto, de fachada verde y de aromas ultramarinos que nos abren las ventanas de los sentidos.
Antes de sentarse afuera si el termómetro lo permite, o en el interior si el frío arrecia, hay que pasar por Caja. Treta de comerciantes avezados.
Pero una vez pagada la comanda, un camarero impoluto y servicial nos traerá el festín: chocolate denso y humeante, muy negro, como lo hacían nuestras abuelas, y unos churros sin secretos, calientes, crujientes y francos. Quizás algo cortos de azúcar.
Tal vez sea que la apuesta por una dieta sana haya llegado también a los churros de San Ginés.

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