Este último fin de semana nos ha visitado FUNDASAL y ha sido muy especial para nosotros.
Y cuando digo muy especial, puede sonar a frase conocida, que no expresa realmente lo excepcional que ha sido la vivencia que hemos compartido estos días.
Allá por los años 60, un familiar, jesuita y misionero, destinado en Centroamérica (en el pequeño país de El Salvador), viendo la carencia de viviendas que sufría la población, inició con otros pocos entusiastas, la aventura de organizar a la gente para construir sus casas a base de materiales más sólidos y de solidaridad cooperativa.
Se trataba de que las catástrofes naturales (terremotos, huracanes, lluvias torrenciales) no dejaran sin techo a medio país cada vez que se desencadenaban.
Al cabo de los años, aquella iniciativa que este familiar nuestro puso en marcha y dirigió durante 30 años, hasta su muerte en 1.999, se ha convertido en FUNDASAL, la primera ONG de su país, lleva construidas más 50.000 viviendas, y ha merecido el reconocimiento de instituciones como Naciones Unidas o el Banco Mundial.
Hoy su ejemplo sirve de guía para iniciativas similares en muchos otros países, desde asentamientos en Oriente Medio hasta en gran parte de las naciones hispanoamericanas, que copian sus soluciones con éxito.
Esa “Fundación Salvadoreña para la Vivienda Mínima”, conocida como FUNDASAL, es hoy dirigida por la arquitecto Claudia Blanco y por el economista Julio Meléndez.
Los dos han saltado el charco para visitar durante un par de semanas diversas ONGs y también instituciones oficiales, para recaudar fondos en diferentes países europeos y por supuesto en España. Y en su apretada agenda, entre reunión y reunión, pasando por Roma, Frankfurt, Aagen o Madrid, hemos tenido la suerte de que nos visitaran en Bilbao unas horas.
Horas en las que hemos estrechado unos lazos que estamos seguros darán frutos con algún tipo de colaboración en el futuro.
Horas breves pero intensas en emociones, donde hemos podido recordar la talla de aquel Jesuita: Antonio Fernández Ibáñez.
Para ellos el Padre Ibáñez.
Para nosotros, simplemente, tío Antonio.
Para todos, un ejemplo grande, grande…
Y una luz en nuestro camino.