Comer en Burgos: el Ojeda.

Castilla ha sido desde tiempo inmemorial tierra de buen yantar. Sus páramos cerealistas y sus vegas frondosas para la huerta, son generosos en todo tipo de viandas.
Pero si hay algo por lo que destaca esta tierra es por sus carnes en general, de pelo y de pluma, de vacuno, porcino, ovino o de aves de campo y de corral.
Sin embargo, sobre todas ellas, hay una carne que se ha constituido en la reina de las tierras de la meseta: su majestad el cordero lechal, o lechazo.
Blog Ojeda
En esta ocasión, después de recibir nuestra lección de historia en Las Huelgas, decidimos acudir al Santuario de la cocina burgalesa: el Restaurante Ojeda, que desde hace más de un siglo colocó sus fogones en pleno centro, y muy cerca de la Plaza mayor, frente a la casa del Cordón.
Y como no, pedimos lechazo al estilo de la casa, asado al horno de leña, en su propio jugo y con los pocos añadidos que su excelso sabor admite, y que dominan como nadie en esta Casa centenaria.
Hay que decir que fue toda una experiencia, aunque las raciones no eran exageradas. Sencillamente exquisito; todo un monumento al sabor y al saber hacer de una cocina asentada durante muchos años.
Aunque, también hay que decirlo, en Burgos se puede comer con menos boato y similar disfrute en uno de los asadores vecinos al Monasterio de las Huelgas. También os los recomiendo. La boca y el estómago quedarán satisfechos, y la cuenta será menos abultada.
Seguro que encontráis una ocasión para elegir en cualquiera de los dos sentidos. Acertaréis en cualquier caso.

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