BUSCANDO LA INSPIRACIÓN

Como final de nuestras vacaciones estivales, a finales de Agosto decidimos acercarnos a los parajes gerundenses que llenaron de luz las pupilas infantiles del genial Salvador Dalí.
Pintor egocéntrico, excéntrico, peripatético y siempre inquietante y asombroso, su obra se ha convertido en clásica dentro de las vanguardias del «contemporáneo» y siempre presente siglo XX.
Cadaqués, Port Lligat y su natal Figueras, son referentes plásticos que, sumergidos en un baño de sol mediterráneo, impregnaron para siempre el paisaje visible, y el invisible, del pintor. Sus vibraciones cromáticas conformaron los pilares de su estilo original, provocador, onírico y – porqué no decirlo – arrolladoramente comercial, también.

Museo Dalí

Los coleccionistas americanos más pudientes así lo entendieron, desde su característica mentalidad mezcla de mecenas y negociantes. Y por eso Don Salvador disfruta hoy de una presencia notable en las pinacotecas norteamericanas.
De entre ellas, destaca la coleción privada que se exhibe en el Museo Dalí de St. Petersbourg (Florida): sin duda la mayor y más rica muestra del pintor en todo el mundo. Pero ese es otro viaje y otra historia, que bien merecería otro espacio en este blog.
Volviendo a Figueras, os diré que nuestros críos, desde su adolescente ignorancia, pasaron de las malas caras al gesto asombrado y entusiasta al poco de franquear la entrada del «Teatre – Museu» creado por Dalí. Especialmente cuando pudieron contemplar el retrato pixelado de Abraham Lincoln, pintado cuando éste hacía mucho que había muerto, y cuando los «pixels» de nuestra era digital, aún no habían nacido.
Además, realizamos la visita de noche, cuando la magia y los sueños envolvían el lugar de una atmósfera irresistible. Casi tanto como la Mae West voluminizada que pudimos admirar alli.

Museo Figueras Dalí

 
Todos lo disfrutamos, y los más jóvenes aprendieron una lección.
El genial Dalí sigue haciendo milagros.

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