Diferentes estudios clínicos concluyen que practicar actividad física regularmente no solo relaja, fortalece y mantiene los kilos a raya, sino que también estimula funciones intelectuales, como la memoria.
El ejercicio reduce la tendencia a la depresión, la ira, el estrés y aumenta la confianza en uno mismo. También mejora la concentración, ya que requiere atención para practicarlo, desconectándonos de los problemas temporalmente. A nivel psicológico, esto es importante, ya que al finalizar, estos mismos problemas se perciben con mayor distanciamiento.
Como consecuencia de la activación de la circulación, también el cerebro se activa, aumenta la regeneración neuronal y se beneficia la capacidad para aprender y memorizar, como confirmaron estudios realizados ya a principios del siglo XX así como otros muy recientes.
Nuestro cuerpo, que se diseñó hace decenas de miles de años en plena naturaleza, con grandes caminatas, cazando, cargando pesos y no sentado ante un ordenador o en un coche, se queja. Escúchale.