Aprovechando siempre que tenemos algún congreso o algún curso para ampliar conocimientos profesionales, mi último viaje a Barcelona coincidió con una reunión multitudinaria de moteros en sus Harley Davidson.
Por lo visto, se trataba de una reunión internacional, por lo que vimos «harlystas» de todos los confines del continente.

A lo espectacular de estas máquinas, se suma que cada cual la personaliza con formas y accesorios insospechadamente originales, que es lo que se valora en este mundillo, y así, cada moto es un ejemplar único e irrepetible.
En casa siempre ha habido afición a las dos ruedas, así que con la excusa del viaje «profesional», disfrutamos también de este espectáculo motorizado. A veces un poco extravagante, pero siempre sorprendente y muy distraído.