Una fría tarde de Diciembre puede ser un buen prólogo para la Navidad que se avecina. ¿Porqué no?. Siempre que se tengan alicientes suficientes para disfrutarla.
En mi caso, ya que teníamos por delante el Puente de la Constitución, nos acercamos a Francia, y dedicamos un día a pasear por Hendaya y San Juan de Luz, aprovechando la jornada para comer en un característico «bistrot», hacer compras la lo largo de la Rue Gambeta, y admirar la iglesia donde una española entró infanta y salió Reina, al casar con un Rey Francés.
Pasar la frontera es siempre gratificante. Es curioso comprobar que, a pesar de la cercanía geográfica, de los avances en las comunicaciones y de ser socios en el proyecto europeo, seguimos siendo tan distintos en muchas cosas. Y sin embargo, tanto ellos como nosotros disfrutamos saboreando las cosas buenas que tiene el vecino.
Por supuesto que Francia tiene mucho que enseñar, pero sin necesidad de llegar hasta la “Ville Lumière”, podemos disfrutar de San Juan de Luz. Sin ir más lejos.