La tecnología láser se conoce desde hace ya más de medio siglo, y ha recorrido un largo camino desde los laboratorios de física experimental en los años 60 del siglo XX hasta el entorno doméstico de hoy día.
Es en la medicina donde probablemente el láser se ha convertido en la herramienta más valorada no solo por los profesionales sino también por el público en general. El láser, al ser una luz especifica monocroma que penetra la piel hasta un nivel determinado, permite curar  lesiones vasculares, alteraciones pigmentarias, verrugas, o incluso eliminar arrugas, con gran efectividad y mejor recuperación que  tratamientos tradicionales, como la dermoabrasión o la cirugía.
Estos tratamientos se realizan con total seguridad y mínima agresión al organismo, siempre que el aparato sea de alta precisión y mantenimiento correcto, pues un exceso de la intensidad podría causar quemaduras. Muchos procedimientos se llevan a cabo sin anestesia, sin hospitalización, sin baja laboral, de modo ambulatorio, lo que el paciente  sin duda agradece.
La depilación láser también ha supuesto una revolución el mundo de la medicina estética,  permitiendo eliminar el vello indeseado de modo eficaz, definitivo y controlado como ningún otro procedimiento hasta ahora.

La modernización tecnológica está permitiendo que aparatos de nivel médico reduzcan notablemente su precio, con lo que tratamientos que hace años tenían un coste prohibitivo, ahora son mucho más asequibles.