La vida tiene muchas facetas, y esta vez, por desgracia, creo que toca recordar con tristeza a dos enormes personajes que nos acaban de dejar para siempre.
Por orden cronológico y por cercanía, primero fue Iñaki Azkuna, nuestro gran alcalde de Bilbao. Y poco después, el no menos grande Adolfo Suárez, el Presidente que supo conducirnos desde la dictadura a la democracia.
A la hora de la última despedida, se tiende a ensalzar los valores del finado, pero esta vez, como ninguna, hay razones para el homenaje, por encima de ideologías.
Es curioso comprobar que en los dos casos, desde posiciones políticas muy distintas, lo que nos queda, lo que todos valoramos, es la talla humana, la cercanía, la capacidad para ver más allá del día a día, que estos dos enormes políticos demostraron. Y sobre todo, la búsqueda del acuerdo, el respeto y la concordia para construir nuestra sociedad conjuntando voluntades por el bien común.
Es esa visión de futuro, tejida desde la generosidad y la honradez personal, la que hoy nos emociona en lo privado, y nos une en la gratitud y en el reconocimiento dentro y fuera de nuestras fronteras.
Cada uno en su ámbito, han sido dos titanes de la política.
Que su ejemplo cunda.